Las personas que tienen a su cuidado a niñas, niños y adolescentes tienen la responsabilidad de protegerles y formarles respetando sus derechos humanos, y por el contrario no deben ejercer maltratos y castigos físicos o humillantes como golpes, azotes, nalgadas, amenazas, gritos, regaños o críticas atemorizantes.

Esto es un gran desafío. Algunas personas que en su infancia recibieron una crianza basada en el miedo o en el abuso de la fuerza pueden creer que éste es el único camino, pero ¡no lo es! Las madres, padres y personas cuidadoras tienen el enorme reto de dejar atrás los métodos violentos y autoritarios, que generan un impacto negativo en el desarrollo de la niñez, para dar paso al buentrato.

La crianza de niñas, niños y adolescentes debe estar basada en la razón, la sensibilidad, el amor, la igualdad, la tolerancia y el respeto.

La crianza positiva es el conjunto de prácticas de cuidado, protección, formación y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso de las niñas, niños y adolescentes, y toma en cuenta: 

  • La evolución de las facultades de la niña, niño o adolescente. 
  • La edad en la que se encuentra. 
  • Las características y cualidades de cada niña, niño o adolescente, sus intereses, motivaciones y aspiraciones. 
  • La decisión consciente de no recurrir a castigos físicos ni a tratos humillantes.
  • El respeto a los derechos de la niña, niño o adolescente. 

El buentrato consiste en tratar a niñas, niños y adolescentes como seres humanos que tienen derechos y no como propiedad de papás, mamás o cualquier otra persona; también en atender sus necesidades de desarrollo, y en respetar sus derechos para facilitar su sano desarrollo físico, mental y social.

¿Por qué confiar en la crianza positiva y el buen trato?

Las niñas, niños y adolescentes actúan bien cuando se sienten bien. Además, se desarrollan y viven mejor cuando sus madres, padres y personas cuidadoras:  

  • Son cariñosos y comprensivos. 
  • Pasan tiempo con ellas y ellos. 
  • Conocen su vida y comprenden su conducta. 
  • Construyen acuerdos y normas claras. 
  • Tienen expectativas de acuerdo con sus capacidades. 
  • Tienen apertura para la comunicación. 
  • Reaccionan a sus comportamientos aplicando medidas adecuadas y ofreciendo explicaciones.

El uso de la educación respetuosa no significa promover un estilo de crianza permisivo, tampoco renunciar al papel de autoridad; significa respetar la dignidad de la niña, niño y adolescente en todo momento con límites claros. 

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